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Lo que se debe y no se debe hacer al hablar de traumas con los niños

Por más que queramos proteger a nuestros hijos de los peligros del mundo, los retos inesperados de la vida a menudo nos toman por sorpresa y nos dejan sin preparación para conversaciones difíciles. 

Si le cuesta ayudar a su hijo tras un evento traumático, recuerde que no está solo. Según un estudio nacional, el 64% de los adultos sufrieron al menos un suceso traumático antes de los 18 años. A pesar de esta inquietante estadística, muchos niños pueden superarlo y curarse hablando de ello. Aquí le ofrecemos algunas estrategias que le ayudarán a iniciar esas conversaciones.

Asegúrese de que estén seguros

Antes de iniciar cualquier conversación, asegúrese de que el niño está físicamente seguro y es plenamente consciente de que está fuera de peligro.
"Aunque estén en el hospital y el médico les haya dado el alta, pueden seguir creyendo que corren el riesgo de morir", dice el doctor Brooks Keeshin, profesor de pediatría y vicepresidente adjunto de investigación del Instituto Huntsman de Salud Mental. "O pueden seguir sintiéndose en peligro en lugares como una comisaría de policía o un refugio para víctimas de violencia doméstica. Nunca dé por sentado que el niño sabe lo que está pasando".

No haga preguntas que puedan llevar a conclusiones

Cuando se le pregunta por sus sentimientos, es habitual que el niño cierre la conversación con un rápido "sí" o "no". Cuando esto ocurra, resista el impulso de insertar sus pensamientos y sentimientos. A continuación le ofrecemos algunos ejemplos de preguntas y comentarios capciosos que debe evitar:

  • Ese fue un accidente de coche realmente malo. Debes de estar muy dolido.
  • Ese accidente en el patio de recreo te afectó mucho, ¿verdad?
  • Fue un susto, pero eres fuerte y lo superarás pronto.

"No dé&²Ô²ú²õ±è;por sentado que el niño va a sufrir un impacto significativo o, por el contrario, que no le va a afectar el suceso", dice Keeshin. "Los niños procesan el trauma de muchas maneras diferentes, así&²Ô²ú²õ±è;que deja que sean ellos los que te digan cómo se sienten".

Deje que el niño sea el guía

Antes de preguntarle a un niño cómo le va, asegúrese de que está&²Ô²ú²õ±è;en la situación adecuada para animarle a abrirse. Aquí le ofrecemos algunos consejos para empezar: 

  • ¿Con qué frecuencia piensas en el suceso?
  • ¿Cómo te sientes cuando piensas en lo ocurrido?
  • Cuando un niño dé una respuesta breve, continúe con " Bien, cuéntame más sobre eso". 

"Es importante invitar a la conversación de forma abierta", dice Keeshin. "Si indican que algo está&²Ô²ú²õ±è;pasando, siga su ejemplo, reconozca sus sentimientos y haga preguntas abiertas que permitan al niño contar su historia en párrafos en lugar de respuestas de una o dos palabras".

No rellene los espacios en blanco

Después de un suceso aterrador, la mente de un niño puede inundarse de escenarios de "qué&²Ô²ú²õ±è;pasaría si" sobre el futuro. Por ejemplo, tras un incidente de violencia doméstica, a un niño puede preocuparle que su vida dé&²Ô²ú²õ±è;un vuelco. Para ayudar a calmar su ansiedad, ofrézcale la información esencial, pero no le abrume con "y si..." y anímele a compartir sus pensamientos y sentimientos actuales.

"Desde el punto de vista del trauma, los niños pueden angustiarse más por lo que no saben o por lo que creen que puede pasar", dice Keeshin. "Cuando empiezan a rellenar los espacios en blanco, sus pensamientos pueden ser peores sobre lo ocurrido. Es importante identificar estos pensamientos cuando existen para poder proporcionar al niño el nivel de información adecuado a su nivel de desarrollo."